domingo, 2 de noviembre de 2008

Mujeres


Resultó que una tarde el joven Rey Arturo salió de caza sin compañía y cruzó sin darse cuenta los límites de su reino. El señor Conde de aquella tierra vecina lo apresó y lo mantuvo cautivo durante una semana, pues tales eran la ley y castigo en aquellos tiempos para semejante falta.
Sin embargo el tiempo pasó, y como Arturo era muy simpático y agradable, el Conde se encariñó con él, y decidió ponerlo en libertad pero con una condición: debía responder el joven monarca a una pregunta que se le hiciera, y tendría un plazo de un año para responderla. De no ser así, su vida caería en manos de su vecino.
-Acepto sus condiciones, con certeza responderé antes de que se cumpla el plazo señalado –respondió el cautivo con orgullo, levantando el mentón.
Sonrió el conde ante la arrogancia del joven Rey y enseñándole todas sus ancianas arrugas de risa, le preguntó: -¿Qué es lo que quiere realmente la mujer?.
Sorprendido Arturo marchó a su reino, pensando en lo simple de la pregunta y en cómo hallaría la respuesta. Uno a uno los caballeros de su corte fueron desfilando por su audiencia, sin darle una respuesta. Preocupado el Rey llamó también a sus sabios, a los hechiceros, a las mujeres y hasta los artesanos, pero ninguno pudo contestar a esa simple pregunta.
Una tarde, cuando ya una primavera había pasado, sus cortesanos le recomendaron consultar con la Bruja, pero indignado Arturo se negó, alegando que no caería ante tal bajeza, sin contar que la malévola mujer querría algo a cambio. Sus cortesanos insistieron, pero él se mantuvo firme, hasta que casi un año hubo pasado desde que cayera preso del Conde amigo, y entonces decidió que sólo la bruja podría responder a aquel enigma.
-Os ayudaré con una sola condición, y esa es que me concedas lo que yo más deseo –respondió la bruja con una socarrona sonrisa- y eso es que me entregues a Sir Gawain como esposo.
Gawain era el más apuesto, noble y encantador Caballero de la Mesa Redonda y Arturo eso lo sabía. La Bruja, en cambio, era realmente horripilante. Tenía feo olor, le faltaban varios dientes, ya casi no tenía pelo y su ropa siempre estaba sucia y andrajosa, no podía comprometer así a su amigo y rechazó la oferta de la bruja con una gran pena en el corazón.
Pero varios rumores llegaron a la Corte, y preocupado porque la estabilidad de la Mesa Redonda corriera peligro, Gawain aceptó casarse con la Bruja.
Así fue como, a un día de que se terminara el plazo establecido, al Rey Arturo le fue revelada la ansiada respuesta.
-Lo que más quiere la mujer –le dijo la Bruja al Rey- es ser dueña de su propia libertad.
A la mañana siguiente viajó el joven monarca a la tierra vecina y le comunicó al Conde la solución a su problema. Éste, satisfecho, le dio su libertad y lo dejó marchar en paz. Una semana más tarde, se celebró la boda entre Gawain y la Bruja.
En aquella fiesta el más triste y apenado era Arturo, quien no podía quitarse de la cabeza que todo aquello había sido por su culpa, por su carácter impulsivo. Gawain, sin embargo, se mostró cortés, educado, generoso, amable y divertido, como si realmente disfrutara de aquello, al contrario de la Bruja, quien hizo gala de sus peores modales, haciendo ruidos, comiendo directamente del plato (sin usar cuchillo y tenedor) e insultando y maldiciendo.
Pasó la fiesta y llegó la noche de bodas. Gawain, como era costumbre, esperaba a su mujer recostado sobre el lecho nupcial, pero casi se cae de la cama cuando vio aparecer a la más bella mujer que jamás hubiese visto. ¿Cómo podía ser que la vieja y fea bruja se hubiera transformado en aquella hermosa joven?
-Tu has sido amable y cortés conmigo –dijo ella leyéndole el pensamiento, pues tal era el poder que tenía- a cambio, cambié mi apariencia para que puedas disfrutar de la noche de bodas. Ahora te haré una oferta y tendrás que pensar muy bien en qué elegirás
Gawain asintió y la joven doncella dijo
-Tendrás que decidir cuando prefieres que use esta apariencia: durante el día o durante la noche.
El caballero no respondió en seguida, sino que se detuvo a pensar en la respuesta. ¿Quería una dulce mujer para mostrarle a sus amigos y conocidos o quería una hermosa joven que lo esperara cada noche en la calidez de su habitación?
-Tú elige –respondió finalmente- eres libre de ser como desees.
La Bruja sonrió y negó con la cabeza
-Has actuado con caballerosidad y no me has negado lo que más deseo: mi propia libertad. Para compensarte, mantendré siempre esta apariencia y seré la más leal de las esposas, siempre y cuando te comportes.


Moraleja: no importa que tan linda o fea sea una mujer, por dentro, son todas unas brujas.

13 comentarios:

Judio! dijo...

Si lo sabremos a eso no pepe?.. jaja
igual quieras o no, algunas te pueden... lamentablemente nos hacemos los fuertes y somos tan débiles...

un abrazo amigo!

Popurrí dijo...

Judío gracias por pasar! Y sí, sabré yo cuáles nos pueden a nosotros por más brujas que sean!

Anónimo dijo...

jajaja quisiera decir que no es asi pero no niego que las hay,no TODAS!jaja, igual esta muy bueno.

un beso grande grillin

Anónimo dijo...

jajaja es bueno para cerrar el tema de conversacion q acabamos de tener.. pero q insinuas con el final eee?
jaja besoss pepe-grillo!

jb dijo...

Grillito: Muy beuno. Conocía la historia, pero la contás muy bien y eso es lo importante, como contar la historia. Un abrazo!
PD: Una duda: ¿Estás seguro que esa era la moraleja?
Saludos nimios

Unknown dijo...

Otra de las razones por las que quiro se hombre! Para que no me digan bruja!!

Popurrí dijo...

Sabri: Domingo Faustino, me parece que sabe muy bien usted que todas son así, y en eso la incluyo a usted :)

Jude: No lo había pensado como un cierre para la conversación, peor se aplica, se aplica (y eso que no le estoy diciendo bruja eh)

jb: La escuché el otro día en la radio mientras viajaba a Buenos Aires. No agarraba FM y con mi viejo pusimos la 106.7 o algo así de AM, me gustó tanto que decidí escribirlo y hacerlo un poco más extenso.
Y sí, creo que esa era la moraleja, a usted se le ocurre alguna otra? Je

María: ¿Quién dice que ser bruja tiene algo de malo? Mire si se consigue su propio Gawain!


Saludos!!

ElChapa dijo...

Este Gawain si que es un verdadero maestro...quedan pocos como él. Muy bueno el texto también, porque no toma posición a favor de ninguno de los dos, o así lo veo yo (por más que la moraleja incite a algo distinto)

Abrazo!

Popurrí dijo...

Chapa: Me alegra que te haya gustado. Y sí, como sir Gawain quedan muy pocos, es una verdadera lástima.

Gracias por pasar!
Paz

Anónimo dijo...

no creo que seamos todas unas brujas grillo ehh jajaj, igual me gusto:)
un beso. nos hablamoss

Anónimo dijo...

Jajaja, muy bueno... venia seria la cosa. La moraleja aclara todo. John estás hecho un "poeta filosófico"... grandes verdades en sutiles palabras.

Segui asi, un abrazo grande!!!
Pedro

Popurrí dijo...

Flor: ¿segura que no? Je je, uno nunca sabe, uno nunca sabe. Me alegro que te haya gustado, gracias por pasar!


Peter: Venía seria, pero eso mucho conmigo no va (fijate nuestras charlas sino). Espero vernos en el verano hermano, un abrazo!

Solo *AnDy* dijo...

A ver si aclaramos, las mujeres Brujas son las suegras de las mujeres jajaj.