viernes, 30 de enero de 2009

El rápido

Lo subo tal cual lo escribí, sin correciones, porque sino pierde el sentido.

Ese ir y venir, tan de barco (a mi me suena a barco), tan tuyo, y es que tu y yo somos como un barco, que se va hundiendo de a poco en el mar que ahora es carretera y sin embargo lucha por no tocar el fondo, por ver una vez más la superficie y el sol que siempre quiso y cuidó (y suena a derrota, porque verlos una vez más es estar hundido ya, finito). Pero esto no es un barco, aunque se mueve como uno por este río de cemento, porque los barcos no tienen ruedas ni chofer, ni velocidad máxima (ya la pasamos), ni tienen a una porteña en el asiento de al lado esforzándose inútilmente por leer cuando ya no hay luz, como el perro que quiere caminar en dos patas, como el hombre que intenta volar sin alas, pero los perros se mueven en cuatro, y acá no hay luz, y este barco se hundo y creo que hubiese sido mejor tomar el colectivo

Julio Cortázar

Bien, volví de mis vacaciones. La verdad es que no me puedo quejar, fueron bastante largas y fructíferas, en muchos sentidos (y la mayoría de ellos mejor no publicarlos acá). La cuestión es que este blog estuvo mucho tiempo juntando polvo y es hora de pasar la escoba por cada rincón. Sin embargo llegué hace dos horas de viaje y todo lo que escribí está en el fondo del bolso, así que voy a dejarles una cita de un excelente libro de Julio Cortázar llamado "Diario de Andrés Fava". ¿De qué trata? Andrés Fava es uno de los protagonistas de El examen, obra escrita por Cortázar a mediados del siglo XX (y lo digo literalmente, exactamente en 1950) que se publicó varios años después (1986 para ser exactos) por cuestiones personales del autor. Este libro es considerado una obra inédita ya que contiene varios elementos "autobiográficos" y toda esa basura que ponen en la solapa de los libros cuando no saben qué decir. La cuestión es que es muy bueno y lo que les dejo acá espero que lo disfruten. Sin más, felices vacaciones!


"Unilateralidad, monovía del hombre. Se siente que vivir significa proyectarse en un sentido (y el tiempo es objetivación de esa línea única). No se puede sino avanzar por una galería donde las ventanas o las detenciones son lo incidental en el hecho que importa: la marcha hacia un extremo que (desde que la galería somos nosotros mismos) nos va alejando más y más de la partida, de las etapas intermedias - Es oscuro y no sé decirlo: sentir que mi vida y yo somos dos cosas, y que si fuera posible quitarse la vida como la chaqueta, colgarla por un rato de una silla, cabría saltar planos, escapar a la proyección uniforme y continua. Después ponérsela de nuevo, o buscarse otra. Es tan aburrido que sólo tengamos una vida, o que la vida tenga una manera de suceder. Por más que se la llene de sucesos, se la emebellezca con un destino bien proyectado y cumplido, el molde es uno: quince años, veinticinco, cuarenta - la galería. Llevamos la vida como los ojos, puesta de modo tal que nos conforma; los ojos ven el futuro del espacio, como la vida es siempre la delantera del tiempo.
Hilozoísmo, ansiedad del hombre por vivir cangrejo, vivir piedra, ver-desde-una-palmera. Por eso el poeta se enajena.
Lo que subleva es saber que repito una misma galería, un modelo único desde siempre. Que no hay individuos sino en el accidente; en lo que verdaderamente cuenta, nos merecemos la guía del teléfono, así apareados, así columbarios simétricos, la misma cosa,
la misma galería.
Esto no es misantropía. Ni regateos al vivir, bella cosa. Es mi parte de ser universal. ¿Panteísmo? Panatropismo. Pero no porque quiera serlo todo, vivir-mundo, lo que deseo es que el mundo sea yo, que no haya límites para mi asomo vivo. Argos, todos ojos?
Todos los ojos, Argos."